La fría brisa de la mañana se despejaba y un naranja creciente se asomaba en el horizonte, un día normal en sus vidas diarias, los
cuatro disfrutaban de juegos mientras el sol se elevaba con una enorme sonrisa.
Cuidaban entre ellos ya que eran una familia, cuatro hermanos de cinco,
cantaban y corrían por todo ese inmenso prado en el cual vivían desde que fue creado.
Criaturas únicas, ya que eran los últimos de su especie,
disfrutaban de su niñez eterna sin siquiera saber que de seguir así, sus vidas
se tornarían solitarias. No necesitan a nadie más, pues se tienen ellos, pero
cada día que pasa se alejan más y más de la realidad, su niñez eterna les nubla
la vista de lo que es verdad, y su imaginación vuela a tal puntos de llevarlos
a una dimensión diferente, donde todo sigue siendo igual que en los inicios, el
prado sigue siendo igual de verde, la casa es de forma poco usual y ellos les
gusta. Sumergidos en su mundo irreal olvidaron a quien dejaron atrás y el sacrificio que ella hizo.
Era una noche oscura, ellos vivían a cercanías de un pueblo
donde intentaban llevar una vida normal, pero los prejuicios de esa gente no
les dejaba, amenazados y acorralados, se vieron forzados a no acercarse a ese
pueblo nunca más, comiendo lo que había, cultivando lo que podían, sobrevivían
el día a día de milagro, lo único que les daba fuerzas de avanzar era ella, su
hermana mayor con una sonrisa les daba ánimos de seguir adelante, y diciéndoles
que algún día todo se pondrá mejor sus esperanzas crecían, ellos nunca
conocieron a sus padres, fueron abandonados en un orfanato y cuando ella cumplió
12 años el orfanato cerró sus puertas, fueron dejados a su suerte, ella sabía
que tenía que hacer algo, rogaba por algo de alimento para sus hermanos,
lloraba por un lugar donde dormir. Alguien le dijo que había una cabaña
abandonada a un kilómetro del pueblo, le aconsejo que vivieran allí, y ella lo
hizo. La limpiaron, ordenaron, repararon, sus ganas de seguir eran únicas al
igual que ellos. Continuaron sus vidas hasta la llegada de ese maldito día, la sequía
atormentaba el pueblo, la hambruna abundaba y la gente moría. Pero ellos
continuaban con su vida, su fuente de agua era un pequeño lago en forma de
hoja, el agua brotaba del suelo y con ella regaban sus planas, de ella bebían y
con ella sobrevivían.
El pueblo entro en caos, quemaban las casas, se robaban el
ganado, se mataban entre ellos, es preocupante darse cuenta de lo que es capaz
de hacer un hombre que siente que lo a perdido todo, sus frustración era
enorme, los niños lloraban mientras sus padres enloquecían entre si.
Que es eso Lala? Preguntó po – es humo desde el pueblo.
Digámosle a nuestra hermana de esto, ¡Dyla! ¡Dyla! hay fuego en el pueblo, que
debemos hacer? Dijo Lala. No se reocupen, solo estarán celebrando alguna
fiesta.
Ella que sabía lo que sucedía lo oculto de sus hermanos
pequeños, ellos no necesitaban saber el terror que se encontraba cerca de
ellos. Casi era de noche, entraron todos a la casa, hablando de lo que ocurrió
durante el día, mientras Dyla y Lala cocinaban para ellos, Lala tarareaba una
canción cuya letra nadie más que ella sabía, sus sonrisas al ver que la comida estaba
por servirse eran como un gracias anticipado.
Dyla se puso de pie de un solo movimiento, sus mirada estaba
clavada en la ventana, vallan a sus cuartos les dijo- pero aún no hemos acaba- ¡que
vallan a sus cuartos les dije! Ellos nunca la vieron enojada, algo estaba
sucediendo. Ellos se ocultaron, un ruido de muchos pasos empezó a oírse y cada
vez se oía mas, un golpe a la puerta los asusto, se escondieron bajos sus camas
de paja, mientras sudor frio caía por sus mejillas, ruidos de gritos, platos
rotos y más gritos,
Nuestra hermana está en peligro, dijo Dipsy ella dijo que
nos quedáramos dijo Lala. Mientras hablaban el grito de su hermana los alarmó aún
más, salieron corriendo, a ver qué pasaba, sus cocina estaba destrozada, la
puerta estaba abierta y su hermana no estaba, salieron a buscarla, una enorme
luz naranja se alejaba den dirección a su pequeño lago, se escondieron para ver
lo que pasaba.
Sus cejas se fruncían, y su corazón sentía el pesar del odio
por primera vez. Su hermana estaba tirada en el suelo, no se movía, el grupo de
gente que la rodeaba le golpeaba diciéndole, ¿Dónde está el resto? ¿Dónde
esconde el agua?
Ella no decía nada, la escupieron, y se alejaron de ella,
llevando en sus carretas, la poca de agua que tenían.
Al ver que se alejaban, sus hermanos se acercaron a ella
llorando, repetían su nombre tantas veces que perdieron el sentido de las
palabras, ella sangraba, pero aún estaba viva.
No lloren, les dijo, no me iré tan fácil, este es nuestro
hogar, y como tal siempre será nuestro, llévenme a casa, para mañana estaré
bien.
La sujetaron y con sus pocas fuerzas la llevaron, la
recostaron en su cama y curaron sus heridas.
Vallan a dormir, deben descansar para el día de mañana,
deben levantarse temprano, no peleen entre ustedes, recuerden que son hermanos
siempre, aprendan a perdonar y a disculparse, sonrían cuando estén alegres y
lloren cuando estén tristes, pero nunca olviden que se tienen a ustedes, el
tiempo pasa y ni el dolor ni las lágrimas son eternas, nunca olviden eso,
vallan y duerman, sueñen con un mundo hermosos, donde ustedes son niños por siempre,
vivan y sean felices.
Al otro día, la casa ya no estaba, ni siquiera el lago se
encontraba allí, la gente que buscaba agua se preguntaba qué había pasado, no
habían huellas, ni rastros, el pequeño lago simplemente no existió al igual que
la casa. Solo risas y pasos se oían en ese prado, pero nadie veía nada, el
miedo se apodero de ellos, no tenían idea lo que pasaba. Huyeron de allí y lo
tacharon como un lugar maldito.
Los cuatro hermanos continuaban sus vidas, bajo la sonrisa
de un enorme y sonriente sol el cual tenía el rostro de su hermana que nunca
despertó, su niñez eterna era alimentada por esos finos y cálidos rayos de sol,
y ese sol era alimentado por los recuerdo de ellos. Pero la felicidad al igual
que la ira, puede hacer olvidar, y sin recuerdos, ese hermoso lugar, bajo su
inmenso sol, ya no existirá más.
Secuela: El teletubbie que no podía dormir
Secuela: El teletubbie que no podía dormir
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