Despierto, no es mi cuarto, ni siquiera es mi casa, ¿qué
sucede? Veo a alguien alado mío, algo aquí está mal, bueno pensándolo bien no
tan mal. Ella es linda, sus cabellos brillan con la luz de la luna que
atraviesa por la ventana, ¿en qué estoy pensado? Trato de ver su rostro, no
puedo y como si estuviera en unas arenas movedizas me hundo, me hundo en
agujero sin fin, la veo alejarse, mientras siento que caigo en este hoyo
infinito.
Despierto de golpe, creí que ya me había acostumbrado a
estos sueños pero me equivoque, cojo mi celular para ver qué hora es, está
apagado, tal vez deba ponerlo a cargar. Me muevo lentamente por el pasillo
mientras los rayos del sol aparecen lentamente entre las casas que fácilmente
puedo ver a través de mi ventana, recuerdo vagamente la última vez que me
desperté tan temprano. Desayuno lo que encuentro y me voy directamente al sillón,
desde que deje de estudiar por las mañanas no había desayunado ni una sola vez,
me pongo a ver televisión, todo es aburrido o absurdo, malas noticias por todos
lados, y mientras bostezo mis ojos se cierran para volverme a dormir.
Camino entre árboles y casas, me muevo entre personas y
mascotas, respiro entre susurros y platicas, tropiezo entre algo suave y algo
suave, ¿eh? Mi cuerpo tiempla, me alerta de que algo terrible esta por pasar o tal
vez ya pasó, miro despacio hacia arriba, para ver dos ojos llenos de odio puro.
–Rita yo… en verdad no tenía intención… yo… enserio- me coge del cuello de la
camisa mientras en su brazo derecho se forma un puño letal, “este es mi fin, fue bueno vivir y conocer a
tanta gente que me agrada, me despido de la gente que quiero, en manos de la
persona que amo” sin siquiera pensarlas,
esas palabras salieron de mi boca, puede que sea en parte lo que siento, pero
solo en parte, además no creo morir por solo un golpe de Rita. Ella se
tranquiliza, nuevamente descubro una expresión que nunca vi en ella, se
sonroja, odio mi maldita habilidad de arreglar las cosas con mentiras, bueno
eso supongo que fue lo que paso esta vez, quiero decirle que no es verdad, ella
se pone una mano en la boca, quiero saber por qué dije eso, ella mira a ambos
lados, quiero pensar que tengo una salida de esto, su mirada se torna furiosa
nuevamente, creo que se dio cuenta de que solo fue algo “por decir”, en estos
momentos es cuando me doy cuenta que solo me acabo de provocarme más dolor,
ella se está conteniendo, alguien me agarra del brazo y me jala en dirección al
colegio, Rita sale corriendo de allí y la veo alejarse delante de nosotros,
-gracias por salvarme Clara- , -de nada- me dice con una sonrisa, -ya puedes
soltarme, no creo que vuelva- , y como si fuera un reflejo ella me suelta, veo
sorpresa en su rostros sonrojado y nervioso, -vamos no es para tanto, ya
estamos por llegar a la escuela-, le digo, ella asienta con la cabeza mientras
sonríe y continuamos.
La noción del tiempo en el colegio es inestable,
prácticamente se podría decir que hay alteraciones temporales a conveniencia en
este lugar, cuando la aburrida clase de matemáticas o lenguaje está
desarrollándose, el tiempo parece eterno, pero cuando la interesante clase de
educación sexual, robótica y el mismo recreo están en el mejor momento, el
tiempo se va volando, alguien debe de estar manipulando el tiempo, pienso con
una cara de intriga, bueno sé que eso no puede ser verdad.
Bueno, como se habrán dado cuenta y si no se dieron cuenta
se los digo, me gusta mucho la tecnología, tanto así que armé mi propio celular,
le puse cosas que quería en él, y algunas las termine armando yo mismo, pocos
saben de él y cómo fue que lo construí, pero es uno de mis más grandes logros
hasta el momento, además de que logre que funcionara justo después de rendirme…
yo… ¿Qué es esto? Justo cuando todo iba bien… me duele la cabeza, veo borroso,
yo… siento que caigo, mi mente se nubla de nuevo, no, no de nuevo.
La sensaciones de preocupación inunda mi ser, esto pasaba
muy seguido en las vacaciones, pero esta vez fue diferente, había logrado
recordar casi el 80% de mi vida, y las veces anteriores solo olvidada momentos
pero, al poco tiempo los recordaba, esta vez no solo olvide momentos, cuando
desperté no tenía ni idea donde quedaba el baño de mi casa, esto apesta, que
maldita enfermedad tengo que no me deja seguir con mi vida en paz, recuerdo
poco el momento que se me nubló todo pero solo sé que no he sido yo por dos
días, no tengo idea de lo que hice en ese periodo de tiempo, tal vez solo me
quede aquí en casa durmiendo, quiero creer que es cierto, pero sé que no es así,
no sé como pero sé que este no es el caso, la preocupación aumenta. Hoy es
sábado, ni hoy ni mañana tengo clases, debo tratar de averiguar todo lo que
pueda para saber lo que sucedió en estos dos días, porque cuando no soy yo el
que elije mis decisiones, hiero a gente que quiero, y me alejo de la gente que
amo, ¿cómo lo sé? Vivo solo en la casa de mis padres, ellos me abandonaron o yo
les dije que se fueran, no lo sé, pero el hecho de estar solo aquí es triste
para alguien que no tiene idea de cómo fue que se quedó solo.
Pensar en esas cosas me entristece, no soy de los que lloran
fácilmente, pero hay quienes lloran sin lágrimas, mi vida es un juego que está
jugando alguien más, tal vez sea un problema de doble personalidad, pero sé que
esto terminara de la forma que no quiero.
Traté de averiguar que sucedió, no pude, no encuentro mi
celular por ningún lado, ni siquiera recuerdo el comando que le puse al GPS
para ubicarlo, ¿que demonios pasa? Esto terminara matándome, alguien toca la
puerta, lo ignoro, estoy tirado en el suelo, mi alma está muriendo, las dudas
me están matando, golpean más fuerte, veo una mirada entre las cortinas de la
ventana, la palabra “plateada” viene a mi mente, mi cuerpo se mueve solo, abro
la puerta solo para ser derribado, cada vez entiendo menos, hay alguien encima mío
hablándome, bueno a decir verdad creo que me está gritando, me sacude con
fuerza, -yo… no sé qué es lo que pasa, lo que sé es que no fui yo quien hizo
esas cosas- digo casi fuera de mí, ella
se calma, su cabellos plateados brillan suavemente, me abraza, es reconfortante,
siento la necesidad de hacer lo mismo, pareciera que me estuviera disculpando, -yo…
ya no sé qué hacer, siento que cada vez tengo menos control de mi vida, soy
como un títere a manos de un estúpido titiritero-, ella suelta una pequeña
risa, -es gracioso que tú lo digas, pero
no te preocupes no hiciste nada malo, solo que no fuiste a clase estos dos
días, y la primera vez que vine a buscarte no te encontré, luego te vi en un
parque empapado por la lluvia, corrí hacia ti, pero no sé en qué momento
volviste a desaparecer, sé que pasó algo, pero la verdad no me importa, solo
prométeme que no desaparecerás de nuevo ¿sí?-, ella empieza a llorar ya no se
ni como sentirme, veo esta situación como un dejavu, ¿sucedió algo así antes? Me pregunto mientras ella continua
hablando, -no sabes lo mucho me que me dolió salir a buscarte y no tener idea de dónde empezar a buscar,
encontrarte, y cuando estaba por atraparte volviste a dejarme sola, no me
dejes, no vuelvas a dejarme sola, lo prometiste ¿verdad? Que aunque todos se
fueran tu nunca me dejarías, que ni siquiera yo podría alejarte de mí, hasta empecé
a tratarte mal para ponerte a prueba, y cada vez que veía esa sonrisa en ti
mientras caminábamos yo era feliz, luego se me hizo una costumbre molestarte
constantemente y tu seguías conmigo, creí que había superado la soledad por
completo, pero cuando llegue a la parada de bus y no llegabas me preocupe un
poco, corrí al colegio y tampoco te encontré, pregunte por ti y nadie me dijo
nada, parecía que habías dejado de existir, yo… tenía miedo, tenía miedo de que
hayas roto tu promesa, la soledad
desaparece cuando dos personas solitarias se juntan, esas palabras me
salvaron, así que esta vez seré yo quien te salve- Rita me abraza cada vez más
fuerte, el odio no era odio y la soledad desapareció totalmente, solo me queda
seguir aun sin mis recuerdos, los cuales vendrán a mi después, y cuando el
momento llegue, le diré a Rita lo que en verdad siento por ella, sé que no será
pronto, aun debo recordar, no puedo hacer nada sin esos recuerdo que murieron,
ya que sin ellos no soy yo, podría herirla si siquiera darme cuenta, o peor,
que nuestra amistada acabe y volver a la soledad eterna, esa que cubre de un
manto blanco lo gris, solo para recordarme que soy una mancha borrosa en un
papel blanco sin fin.
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